La violencia y la inseguridad se han vuelto cotidianos en los urbanismos.
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Hacinamiento y falta de reglas claras han hecho que edificios de la Misión Vivienda clonen la vida en las cárceles. VICENTE CORREALE
HÁBATA MOLINA | EL UNIVERSAL
domingo 4 de mayo de 2014 12:00 AM
Casi sin que los caraqueños se dieran cuenta, los grandes urbanismos de la Misión Vivienda Venezuela crecieron en la ciudad y "verticalizaron" los conflictos propios del barrio, donde se impone la violencia, campea la inseguridad y el mecanismo de supervivencia es el sometimiento o la humillación.
La locación, esta vez, es una de las torres en El Valle. El conflicto: un hombre que, según dicen los vecinos, es un expresidiario. Desde luego, nadie quiere dar su nombre, porque ni por casualidad se arriesgarán a que los saque del apartamento o los maten por delatarlo.
"Aquí lo que tienes que hacer es, si ves algo en los pasillos, sigue de largo. No te puedes vestir bien y tu esposo tampoco. Mientras menos te noten, mejor; así no tienes problemas", recomienda una de las habitantes del edificio ante la posibilidad de que una refugiada consiga un apartamento, a manera de intercambio.
"Peligro hay en todos lados, pero si tu no te metes con nadie, no se meten contigo", advierte la chica.
Supervivencia del más apto
En las páginas de Sucesos se han reseñado casos de homicidios dentro de las edificaciones y hasta detenciones de personas vinculadas con asesinatos, pero más recientemente se han recibido denuncias de mecanismos de control impuestos por presuntos delincuentes que se apropian de las torres y deciden quiénes pueden vivir -o no- en esos apartamentos entregados por el Estado.
"Todo eso lo tienes que hablar con Jhonny. Él es el encargado de la torre", dice la vecina después de recordar que en el piso 1 hay un apartamento vacío. "Ella se tuvo que ir porque tuvo un problema muy grave en el edificio, pero eso no digas que yo te lo dije", sentenció.
Lo que sucede en estas edificaciones con el tema de la violencia y la inseguridad es lo mismo que sucede en los barrios con las bandas delictivas y en sectores como el 23 de Enero con los colectivos, señaló el sociólogo Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia.
"Ahí se impone el más fuerte, que es quien tiene las armas y eso pasa por la precariedad del control del Estado sobre esos urbanismos, y porque al final, esas personas no son realmente dueños de los apartamentos. Entonces ¿a quién van a reclamarles que hay un delincuente imponiendo su norma?", comentó el experto.
Briceño advierte que esta situación pasa por la pérdida de los derechos y la ciudadanía de sus habitantes, que se hacen tolerantes ante la ilegalidad de un control, similar a lo que pasa en las cárceles con la figura de los pranes.
Por ejemplo, a las torres del puente Los Leones, en El Paraíso, sus propios habitantes las conocen como "Rodeo I y Rodeo II", conscientes de la cantidad de delincuentes que en esos apartamentos habitan.
El pasado 29 de abril el Cicpc detuvo a tres personas implicadas en el homicidio de Miguel Ramón Alfonzo Vegas, de 58 años, quien fue hallado muerto en la trocha de la autopista Caracas-La Guaira.
Los homicidas fueron capturados en una torre de Misión Vivienda de Montalban, después que la policía científica los rastreó porque utilizaron el teléfono de la víctima.
En el allanamiento los pesquisas también consiguieron estacionada en la torre la camioneta Toyota Prado por la que mataron a Vegas, quien trabajaba como conductor de una gandola de combustible para Petróleos de Venezuela.
En el operativo, la policía científica se llevó detenidas a otras 40 personas que también vivían en la torre de Montalbán III, por su presunta vinculación en diversos hechos delictivos y que se encontraban solicitados por distintos cuerpos de seguridad del Estado.
tmolina@eluniversal.com
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