jueves, 4 de septiembre de 2014

El naufragio del Andrea Gail

Por Gustavo Ocando Álex / Maracaibo / gocando@laverdad.com
Venezuela viste hoy la piel del barco pesquero naufragado más famoso. Vive su crisis perfecta. La constelación de la tragedia se ha alineado a la perfección en el país. Una gigantesca ola socioeconómica amenaza con arrastrarnos a la miseria
 
El Andrea Gail es el Titanic de los pescadores. Su eslora de 22 metros, su amplia manga, su angosto calado y los seis miembros de su tripulación conforman hoy el ícono superlativo del naufragio piscícola. Es aquel famoso barco que el 28 de octubre de 1991 desapareció engullido en el océano Atlántico por un fenómeno climatológico extraordinario conocido como “la tormenta perfecta”.

Su estructura verdiblanca se desparramó por el impacto feroz de olas nacidas en las gargantas del huracán Grace y dos tormentas provenientes del Atlántico y Canadá. La tempestad, eternizada en la película de George Clooney y Mark Wahlberg, produjo rompientes de hasta 30 metros de altura. Insoportable para la desventurada embarcación.

Venezuela viste hoy la piel del Andrea Gail. Toda su complexión recibe latigazos brutales que laceran su carcaza. Se avería el congelador de sus arcas, repletas en otrora. Su tripulación y capitán desesperan ante la inminencia del caos. En sus entrañas se pudre el millonario tropel de peces espadas capturados durante años. Su delgada y pálida contextura no luce ganadora en las apuestas. Es víctima de la crisis perfecta.

La constelación de la tragedia se ha alineado a la perfección: inflación anualizada de 62 por ciento, escasean tres de cada 10 productos en los anaqueles, el contrabando de alimentos se acerca a 40 por ciento en los estados fronterizos, la inseguridad, desbordada y enfurecida, nos convierte en el país más peligroso del mundo; aumentan las tarifas de un servicio intermitente de electricidad; se secan los embalses; está en ciernes el incremento del producto más barato (la gasolina); suma enteros la desconfianza en el líder; no se hallan las medicinas ni los insumos más básicos y pare usted de contar tanta desdicha.

El Andrea Gail debía haber vuelto al puerto de Gloucester el 26 de octubre. Terminó, cuatro días luego, destrozado. Los guardacostas apenas hallaron un puñado de restos, su radio baliza y una balsa inflable sin nadie a bordo. Venezuela debió ser la Arabia del Caribe, la nación más poderosa, rica e influyente. Pero una ola socioeconómica de 30 metros de altura amenaza con revolcarla en su camino hacia la miseria.

Y Maduro no es William “Billy” Tyne. A diferencia del capitán del Andrea Gail, quiere aparentar que todo está controlado y que esto mejorará. El líder pesquero fue, al menos, sincero en su última comunicación conocida: “La tormenta va a venir, muchachos, y va a venir muy fuerte”.

 

"Todavía hay venezolanos confundidos que creen que este es un problema de Maduro, que ha cometido errores en la política económica. ¿Problema de Maduro? No. ¿Y la guerra económica de contrabando de extracción y la ola especulativa, acaparamiento, el acoso internacional a las cuentas de la República de dónde vienen?”
Nicolás Maduro. Martes 26 de agosto de 2014


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