EL UNIVERSAL
jueves 19 de agosto de 2010 12:00 AM
Desde hace más de 10 años, muchos creen, -cosa que lógicamente es absurda-, que nadie cree que para tocar la magnificencia del reino eterno sea necesario morir. No es necesario ir al otro mundo ya que el paraíso está en tierra bolivariana. Esta curiosa realidad terrenal -no única pues existe otra llamada "mar de la felicidad"- se presenta de varias formas y espectáculos.
En el cielo o en un purgatorio no tan sofocante no pasan cosas bestiales ni se comportan los dueños o jefes del lugar con conductas aceptadas solamente en el infierno. Es decir, todos los ciudadanos en Venezuela disfrutan de una gran paz. En todos los sentidos, hay seguridad para salir a la calle, se puede ir al abasto, centro comercial, supermercado y nunca se presenta ni un asalto ni mucho menos algún tipo de agresión. Las balas frías, sin venir de arma alguna, son lanzadas por los gringos.
Los barrios pobres de la nación -sobre todo en Caracas- son oasis de bienestar y felicidad: no hay inflación, posibilidad de morir asesinado y el ornato, aseo y esplendor los asemeja a esas terrazas de ensueño de los cuentos de las mil y una noches y en cada esquina existe un centro dispensador de alimentos tan higiénico que el programa ha sido convertido en patrimonio de la humanidad.
Pero como siempre hay envidiosos, dicen que hay abundancia de salvajismos, pero desde luego que es una observación falsa, pues corresponde a la mala fe de los enemigos, ya que aquí nunca pasa algo así... menos el asalto a un colectivo repleto de niños entre 3 y 10 años a las 10 de la mañana. Y qué decir de la televisión oficial, fuente de cultura y civismo, por eso si alguna nación del mundo quiere evitar llegar a esa especie de bodrio social en el cual aterrizan ciertos países que compren los derechos. ¡Ah! Y el lenguaje, dimensión pensante la cual improvisados como Cervantes y Borges lo han escasamente balbuceado, en Venezuela es genial. Hay un vocabulario, forma de pensar y comunicación nunca vinculados con lo escatológico.
Desde luego esta experiencia es única y avalada por organizaciones tan éticas como las FARC y grupos de alta respetabilidad social como los famosos "Guardianes". Todos expertos en la reingeniería del mal, quienes camuflan la montaña inversa y las sombras del terror con "idílicas tragedias" que existen solamente en el cielo venezolano.
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