EL UNIVERSAL
domingo 1 de septiembre de 2013 12:00 AM
Es una obviedad que todos los seres humanos tenemos sueños y deseos de que estos se hagan realidad. Hace 50 años Martín Luther King dijo ante más de 200 mil personas: "I Have a Dream" (Yo tengo un sueño). Es inherente en nosotros la capacidad y deseo de soñar. La ilusión que surge con cada anhelo, aun siendo utópico, nos lleva a modificar nuestras acciones para lograr lo deseado.
Contrario a esto, el sueño venezolano nos ha llevado a la no acción, en un estado de somnolencia muy parecido al coma o la narcosis. Los venezolanos tenemos sueño de exigir nuestros derechos. Nos da pereza salir a la calle a protestar en contra de la inseguridad. Nos abstenemos de cualquier acto, atrincherándonos al discurso y la queja constante. Subsistimos en duermevela, en una economía que nos hunde con ella. Echamos una siesta de narices a la corrupción, porque sabemos que aunque mitigue, no somos comensales de un guiso que se sirve todos los días. No hay un camino.
Hay un terreno baldío. Y por el sueño y desgano que llevamos a cuestas nos quedamos dormidos en él.
Cristhian Cañizales
C.I. 20.491.517
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