Por Ernesto García Mac Gregor / Médico
Las mangas de los sacos invertidos, las prendas de lana o algodón en rollitos
y también los pantalones, las blusas de seda o cashmere bien dobladitas y
colocadas en la parte superior para conservar la forma.
El aeropuerto de Maracaibo es un vivo ejemplo del retraso de este país.
Para
la salida de los vuelos internacionales debido a que no existen aparatos de
rayos X que inspeccionen las maletas salientes, estas deben ser registradas una
a una a mano, en un grotesco espectáculo público.
Primero, la tremenda cola de gente esperando impacientemente la aparición de
la guardia pretoriana ávida por desarreglar con sadismo las ordenadas valijas.
Horas enteras han pasado los estoicos pasajeros en sus hogares organizando los
equipajes para que la ropa no se arrugue. Algunas con complejo de Mary Poppins,
estuvieron hasta las 3.00 de la mañana revisando "cómo hacer la maleta perfecta"
en Internet.
Las mangas de los sacos invertidos, las prendas de lana o algodón en rollitos
y también los pantalones, las blusas de seda o cashmere bien dobladitas y
colocadas en la parte superior para conservar la forma. Fórmulas para mantener
el plisado de las faldas, forros de plásticos para las camisas, estirar las
correas en vez de enrollarlas. Todo perfectamente acoplado para rellenar cada
espacio de la maleta, de modo que no exista posibilidad de movimiento y
desarreglo.
Y de repente comienza el saqueo inclemente. El guardia nacional te mira con
gesto inquisidor. Uno no sabe si sonreír como un imbécil o poner cara de cédula.
Comienza la jurungadera de maletas, algunas veces sin sentido, porque ni
siquiera ven lo que están desordenando. Saltan pantaletas al aire, algunas con
zurcido invisible. Afloran rellenos de sostén, nalgatorios artificiales, bisoñés
reveladores, secretos de alcoba y otras prendas más intimidantes.
Pero el regreso es peor aún, después de aquella saladera de aplaudir el
aterrizaje, cientos de pasajeros repletos de bultos que serán transportados a
las correas por tortugas con reumatismo, se consiguen con largas colas en los
escasísimos cubículos de inmigración para luego enfrentar otra cola aún más
larga en el chequeo de maletas. Puro subdesarrollo chavista. Que nos devuelvan
nuestro aeropuerto. Que oiga quien tiene oídos...
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