lunes, 19 de marzo de 2012

Tamakún Chávez

Carolina Jaimes Branger / Periodista
“Una cosa es disentir, otra, odiar. Una, estar convencido; otra, ser intolerante. Una, educar; otra, indoctrinar. Una, seguir-apoyar; otra, rendir culto”. Monseñor Ovidio Pérez Morales



Henrique Capriles Radonski dijo el primer día de su campaña electoral que “su campaña será de propuestas y de paz". No pude evitar pensar qué hubiera pasado si Hugo Chávez -cuando ganó las elecciones presidenciales en 1998- hubiera entendido que el país clamaba por un cambio y que él podría convertirse en el vocero y ejecutor de ese clamor y de ese cambio. Otra hubiera sido la historia.
Pero Chávez venía con rabia. Venía lleno de resentimientos. Venía a vengar. Tamakún Chávez, el vengador errante. Interesante el paralelismo. Tamakún, un personaje de la radionovela cubana de 1941, que pronto se hizo famoso en otros lugares de América Latina, era un príncipe hindú que debía luchar contra su malvado tío Sakiri.
Todo lo malo y todos los males venían del Tío Sam… digo, del tío Sakiri.
Nuestro Tamakún tropical optó por destruir todo lo que en sus fantasías febriles tuviera que ver con el tío en cuestión. Siguiendo al pie de la letra los 11 principios de Goebbels -fascismo y comunismo terminan siendo la misma cosa- creó al enemigo: “la derecha, la canalla imperialista”, culpable, según él, de todo.
Culpable de su supuesto cáncer, del cáncer de la Kirchner, del de Lula, del de Lugo…; culpable de que llueva y de que no llueva; culpable de que Escotet haya invitado a tres expresidentes socialistas; hasta de los huecos en las calles; culpable del derrame petrolero en Monagas y hasta de los cientos de muertos que llenan las morgues todas las semanas; culpable de la escasez, la inflación, la ineficiencia, la corrupción, el desmadre…
Nada se ha salvado del arrase. Trece años después, el único país de América del Sur que no registra crecimiento es Venezuela. A pesar del petróleo. Porque Tamakún ha repartido dinero, pero no ha creado riqueza; ha repartido diplomas y certificados, pero no ha educado; se ha apropiado, expropiado y adquirido forzosamente -sin pagar y sin razón- cuanta propiedad se le ha antojado.
Tamakún, el vengador errante, ha destruido sistemáticamente durante 13 años. Es demasiado. Necesitamos un constructor, un conciliador, un estadista. Hay un camino; recorrámoslo.

FUENTE: laverdad.com

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