sábado, 31 de julio de 2010

¿Ser el mejor o hacer lo mejor?‏

El hombre siempre busca el éxito. Esto no es algo malo, pero muchas veces nos limitamos a creer que el éxito es sólo «tenerlo todo». Desde niños escuchamos o pensamos cosas como ésta: «Estudio porque quiero tener un buen trabajo», o «trabajo mucho porque quiero tener mi propia casa o carro» o «soy feliz porque mis padres no me mantienen y soy una persona independiente».      Hay quienes creen que «tenerlo todo» es el camino para alcanzar la felicidad y luchan por conseguirlo tratando de «ser alguien». Muchas veces crecemos con esta idea: «tengo que ser alguien en la vida», y para alcanzarlo, creemos que es necesario sobresalir en alguna área.
      La idea de competencia lleva a las personas a hacer cosas inimaginables para alcanzar sus metas. Tuve un compañero de escuela que sólo se preocupaba por ser el primero en la clase; no sé si para él lo más importante eran las calificaciones o aprender. La fama se siente bien, pero no es lo más importante en nuestras vidas. También me viene a la memoria un cantante famoso que fue entrevistado en un programa de televisión. Cuando le preguntaron si él había pensado alguna vez en ser cantante, él respondió: «yo nunca pensé ser un cantante famoso, pero cuando era niño mi familia me dio dos opciones: "puedes estudiar para ser un profesional, o prepararte para ser cantante, pero en lo que elijas, tienes que ser el mejor». Desde que vi ese programa me he preguntado si ese artista será realmente feliz, porque al parecer él sólo trató de complacer a su familia.
      Y así, reflexionando en otros campos del quehacer humano, veremos que muchos otros entre los deportistas, empresarios, etc., han dado sus vidas por obtener los primeros lugares. ¿Cuántos trabajadores y profesionales como abogados, doctores o técnicos mienten, roban y hacen cosas malas para obtener las mejores posiciones en sus trabajos?
      Es cierto que en la vida tenemos que luchar, pero esta lucha tiene que ser impulsada por el Espíritu Santo si realmente queremos ser exitosos y felices. Por eso, no trates de ser el mejor, trata de hacer lo mejor. Hay una gran diferencia entre «ser el mejor» y «hacer lo mejor».
      Primero. Cuando buscas hacer lo mejor no te compares con otros, mejor compárate contigo mismo. No pienses: «El otro es mejor o peor que yo», «él o ella puede hacer eso mejor o peor que yo». Tú debes pensar: ¿soy mejor o peor que hace un año? ¿Estoy haciendo las cosas mejor o peor? ¿Qué puedo mejorar en mi persona?
      Segundo. Pensar en «ser el mejor» es un sentimiento egoísta. Hay siempre alguien mejor que nosotros. En sentido opuesto, cuando pensamos en hacer lo mejor, no nos preocupamos sólo por nosotros, sino que queremos servir y ayudar a otros.
      Tercero. Tratar de «ser el mejor» hace infeliz a la persona, porque siempre habrá alguien mejor. Hacer lo mejor, en cambio, nos hace felices porque siempre hay alguien que nos necesita.
      Cuarto. Querer «ser el mejor» te hace sentir fracasado. Todo lo que haces es insuficiente. Pero querer hacer lo mejor te hace el mejor, porque te das cuenta que eres importante para Dios.
      Quinto. Cuando «eres el mejor» eres el último, pero cuando haces lo mejor eres el primero a los ojos de Dios, ya que sirves a los demás. Como dice la Escritura: «Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: "Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos"» (Mc 9, 35).
      Puedes tener muchos proyectos, metas y objetivos en tu vida, pero por favor analiza cuántos de ellos te acercan a Dios. No busques cosas superfluas o efímeras, busca los bienes eternos y serás el mejor haciendo lo mejor.
Cortesìa de Luis Marcue

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